Queridos hermanos y hermanas:
Feliz año nuevo para todos los cristianos de Sevilla y para todos los
sevillanos. El pasado viernes, día 1 de enero, hemos comenzado el
nuevo año celebrando la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Hemos
iniciado, pues, el nuevo año de la mejor forma posible, de la mano de
Virgen. La liturgia ha colocado esta solemnidad en el corazón de la
Navidad, reconociendo así el papel decisivo de María en el misterio que
en estos días celebramos. A ella, que hace posible la encarnación y el
nacimiento del Señor, le pido para todos vosotros que el año 2016 sea
verdaderamente un año de gracia, de verdadera renovación de nuestra vida
cristiana, en el que experimentemos la misericordia de Dios y
procuremos difundirla a nuestro alrededor en el Año Jubilar de la
Misericordia. Con palabras de la primera lectura de la Eucaristía de
esta solemnidad os deseo a todos que en el nuevo año que el Señor nos
concede,
“el Señor os bendiga y os proteja, ilumine su rostro sobre
vosotros y os conceda su favor; [que] el Señor se fije en vosotros y os
conceda la paz” (Núm 6,24-26).
El próximo miércoles, 6 de enero, celebraremos la solemnidad de la
Epifanía del Señor. Todos recordamos con nostalgia las noches de Reyes
de nuestra infancia. Aun hoy, lejos ya de la ingenuidad infantil,
seguimos disfrutando con la ilusión de los niños y el colorido de las
cabalgatas. Los regalos que hacemos o nos hacen en Navidad y Reyes
enlazan perfectamente con el significado de estos días, porque son un
signo, pálido e imperfecto, del gran don que Dios nos hace con el
nacimiento de su Hijo. Los regalos nos recuerdan este don, por el que
tenemos que ser agradecidos, entregando generosamente nuestras vidas al
servicio del Señor y de nuestros hermanos, imitando al Señor, que se nos
da, que se hace don y gracia para todos.
Epifanía significa manifestación de Dios. En la Historia de
la Salvación, Dios se ha ido manifestando poco a poco. Al principio, a
través de la creación, de la nube que guía al pueblo judío en su
peregrinación por el desierto, del maná, las tablas de la ley, el arca
de la alianza y el templo, lugar de encuentro de Israel con Dios.
Después, Dios se revela por medio de los profetas. Con el nacimiento de
Jesús, comienza la etapa definitiva de la manifestación plena de Dios a
la humanidad. Desde entonces nos habla, se nos hace cercano y
accesible no a través de intermediarios, sino por medio de su Hijo, que
se hace uno de nosotros.
En su nacimiento histórico hace 2000 años, Jesús se manifestó
primero al pueblo de Israel representado por José, María y los
pastores. Pero el Señor vino para toda la humanidad, representada por
los Magos. Estos personajes misteriosos, originarios de culturas
distintas de la de Israel, simbolizan la voluntad salvífica universal
de Dios en la encarnación y el nacimiento de su Hijo. Por ello,
la Epifanía, manifestación de Dios a los pueblos gentiles, es nuestra
fiesta. En las personas de los Reyes Magos está prefigurada la humanidad
entera. El misterio revelado en primer término a los más íntimos y
cercanos, se abre también a nosotros y a todos los hombres. Que en estos
días, al mismo tiempo que contemplamos el misterio del Dios hecho niño,
le agradezcamos con emoción el don de la fe que recibimos el día de
nuestro bautismo, la auténtica y verdadera manifestación de Dios en
nuestras vidas.
La Epifanía es la fiesta de la universalidad de la salvación que
Jesucristo ofrece a todos los hombres y mujeres de todas las épocas y
lugares. Nadie está excluido del plan salvador de Dios, sea alto o bajo,
joven o anciano, rico o pobre, sabio o iletrado. Por ello,
la
Epifanía exige de nosotros colaborar con el plan de Dios, hacer que Dios
sea conocido, reconocido, adorado y glorificado por todos los hombres.
La Epifanía, junto con Pentecostés, es la gran fiesta de la misión
universal de la Iglesia, una fiesta de una intensa tonalidad apostólica y
misionera.
En esta fiesta celebramos las Jornadas del Catequista nativo y del
Instituto Español de Misiones Extranjeras. En ellas recordamos con
afecto y encomendamos en nuestra oración a los catequistas laicos que
colaboran con los misioneros en la evangelización. Recordamos también a
los sacerdotes diocesanos españoles que, habiéndolo dejado todo,
anuncian el Reino de Jesús en la vanguardia misionera. La mejor manera
de agradecer a Dios su manifestación en Jesucristo y el regalo de la fe
es renovar nuestro compromiso misionero, de modo que la manifestación
que comenzó con la adoración de los Magos, siga extendiéndose al mundo
entero con nuestra colaboración, con nuestra palabra y con nuestro
testimonio, compartiendo con nuestros hermanos nuestro mejor tesoro,
Jesucristo.
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición. Feliz año nuevo, feliz día de Reyes.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla