Pontificia, Real, Ilustre, Franciscana y Muy Antigua Hermandad del Santo Rosario de la Divina Pastora de las Almas y Redil Eucarístico -CANTILLANA-

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Viaje a la exposición "La Divina Pastora a través del arte"





VIAJE A LA EXPOSICIÓN "LA DIVINA PASTORA A TRAVÉS DEL ARTE"
Domingo 4 de diciembre de 2016.

Salida en autobús hasta Bollulos Par del Condado: 15,30 hs. desde la Puerta de Malara.
Precio: 10 euros.

Organiza: Pontificia y Real Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Comunicado de la Hermandad


La Junta de Gobierno ha decidido aplazar el evento que iba a tener lugar este sábado 26 de noviembre en el Polideportivo Municipal, en el que se tenía previsto proyectar el DVD de las fiestas y celebrar el sorteo de las Romeras Mayor e Infantil, en señal de duelo por el reciente fallecimiento de nuestro hermano Alejandro Ortíz Campos. La nueva fecha de celebración de este acto será comunicada próximamente.

Asimismo la Hermandad quiere agradecer la multitud de condolencias recibidas por la lamentable pérdida de nuestro hermano Alejandro, quien ya estará disfrutando junto a su Pastora Divina en las celestiales praderas de la Gloria.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Trailer del DVD de la Romería de la Divina Pastora

Trailer del DVD de la Romería de la Divina Pastora (2016), que será proyectado en el Polideportivo Municipal, a las seis de la tarde, el próximo sábado 26 de noviembre. Entradas a la venta en la Casa Hermandad.


viernes, 18 de noviembre de 2016

Fiestas pastoreñas 2016


 
PROYECCIÓN DEL DVD DE LAS FIESTAS DE LA DIVINA PASTORA 2016.

Sábado, 26 de noviembre en el Polideportivo Municipal, a las seis de la tarde.

A continuación tendrá lugar el sorteo de las Romeras Mayor e Infantil 2017, y fin de fiesta con la actuación del grupo musical Kimbao y del DJ Roberto Villarreal. Habrá servicio de bar.
 
Venta anticipada de entradas en la Casa Hermandad al precio de dos euros.
Organiza: Pontificia y Real Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana.
 

jueves, 3 de noviembre de 2016

Novena de ánimas


Los días 3 y 4, del 7 al 11, y 14 y 15 de este mes de noviembre se celebrará la Novena de Ánimas en sufragio por los hermanos difuntos de nuestra hermandad, dando comienzo a las 19, 45 horas. El orden de estos cultos que, tendrán lugar en la parroquia, ante la imagen de la Divina Pastora, será el siguiente: rezo del Santo Rosario, letanías a la Divina Pastora, ejercicio de la Novena de Ánimas, Santa Misa y Salve. 


En el mes de los difuntos

Hemos comenzado el mes de noviembre, que en la piedad popular está dedicado a quienes "nos han precedido en el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz". Desde antiguo la Iglesia ha honrado con gran piedad el recuerdo de los difuntos y ha ofrecido sufragios por ellos, pues “es una idea piadosa y santa orar por los difuntos para que sean liberados del pecado” (2 Mac, 12,46)"

La visita al cementerio y la oración, mortificación y limosna en sufragio de nuestros seres queridos difuntos y también de aquellos que no tienen quien rece por ellos, es una elocuente profesión de fe en la vida eterna y en el dogma de la comunión de los Santos. Con ello manifestamos visiblemente nuestra convicción de que los miembros de la Iglesia peregrina, junto con los Santos del cielo y los hermanos que se purifican en el purgatorio, constituimos un cuerpo, una familia, que participa de un patrimonio común, el tesoro de la Iglesia, del que forman parte los méritos infinitos de Jesucristo, muy especialmente su pasión, muerte y resurrección, y la oración constante de quien "vive siempre para interceder por nosotros" (Hbr 7,25).

A este patrimonio precioso pertenecen también los méritos e intercesión de la Santísima Virgen y de los Santos, la plegaria de las almas del purgatorio y nuestras propias oraciones, sacrificios y obras buenas, que hacen crecer el caudal de gracia del Cuerpo Místico de Jesucristo. Siempre, pero especialmente en el mes de noviembre encomendemos  a las benditas almas del purgatorio y encomendémonos también a ellas pues mucho pueden favorecer nuestra vitalidad espiritual y apostólica.

El mes de noviembre y la Palabra de Dios de estos días finales del año litúrgico nos recuerdan los Novísimos, las verdades últimas de nuestra vida, algo que pertenece a la integridad de la fe católica. Nos invitan además a la vigilancia, que no es vivir bajo el temor de un Dios justiciero  que está esperando nuestros yerros o pecados para castigarnos. Esta actitud de desconfianza y miedo ante Dios, sólo engendra personas obsesivas y escrupulosas, que piensan que Dios es un ser predispuesto contra el hombre, quien debe ganarse su salvación con sus solas fuerzas y luchando contra enormes imponderables.

La vigilancia cristiana es una actitud positiva que tiene como raíz el optimismo sobrenatural de sabernos hijos de un Padre bueno, que quiere nuestra salvación y felicidad y que nos da los medios para alcanzarla. Es concebir la vida cristiana como una respuesta amorosa a Dios que nos ama, que es fiel a sus promesas y que espera nuestra fidelidad con la ayuda de su gracia. La actitud de vigilancia debe penetrar y matizar toda la vida del cristiano, para saber distinguir los valores auténticos de los sólo aparentes. La cultura actual nos impone modos de pensar, actuar y entender la vida que nada tienen que ver con los auténticos valores humanos y cristianos. Es necesaria, pues, una actitud crítica ante lo que vemos, escuchamos o leemos y una independencia de criterio ante los mensajes contrarios al Evangelio que, directa o indirectamente, nos ofrecen algunos medios de comunicación.

La vigilancia es también necesaria para que no se debilite nuestra conciencia moral recta, capaz de distinguir el bien del mal, lo derecho de lo torcido. De lo contrario, la conciencia puede endurecerse hasta perder el sentido del pecado. Medios eficaces para conservar la rectitud moral son la confesión frecuente y el examen de conciencia diario, que tanto pueden ayudarnos en nuestro camino de fidelidad al Señor.

Es necesaria también la vigilancia ante los peligros que pueden debilitar nuestra fe o nuestra vida cristiana. El cristiano no puede vivir en una atmósfera permanente de miedo o de temor, pero tampoco ha de ser un atolondrado, ni creerse invulnerable ante los peligros o tentaciones del demonio. Ha de vivir su vida cristiana con responsabilidad y sabiduría, para descubrir los peligros que pueden poner en riesgo nuestra fe y, sobre todo, nuestro mayor tesoro, la vida de la gracia, que es comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu, que vive en nosotros dando testimonio de que somos hijos de Dios, y que es ya en este mundo anticipo de la vida de la gloria.

Para vivir la esperanza cristiana en la salvación definitiva no hay mejor camino que tomar en serio el momento presente en función de los acontecimientos finales. Este es el estilo de los Santos. De este modo no consideraremos la muerte como una tragedia, sino que la esperaremos con la paz y la alegría de quienes se preparan para el encuentro y el abrazo definitivo con Dios. Que la Santísima Virgen, a la que todos los días decimos muchas veces "ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte", nos cuide y proteja ahora y en la hora postrera de nuestra vida.
       
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla



martes, 1 de noviembre de 2016

Festividad de Todos los Santos y Conmemoración de los Fieles Difuntos

En estos días, los cristianos celebramos dos fechas muy señaladas en nuestro calendario. Cada año, el 1 y el 2 de noviembre, miles de personas celebran la festividad de Todos los Santos junto con la conmemoración de los Fieles Difuntos; una ocasión que nos ha de llenar el corazón de inmensa esperanza, aunque la realidad actual muchas veces se nos imponga, trayéndonos un sentido muy distinto a aquel con el que nuestros mayores celebraban estas fiestas religiosas.

La Comunión de los Santos 
(Catequesis de S.S el Papa Francisco)

Hoy me gustaría hablar de una realidad muy bella de nuestra fe, es decir, la comunión de los santos. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que este término hace referencia a dos realidades: la comunión en las cosas santas, y la comunión entre las personas santas (núm. 948). Me centro en el segundo significado: es una verdad entre las más reconfortantes de nuestra fe, porque nos recuerda que no estamos solos sino que hay una comunión de vida entre todos los que pertenecen a Cristo. Una comunión que nace de la fe; de hecho el término "santos" se refiere a aquellos que creen en el Señor Jesús, y se incorporan a Él en la Iglesia a través del bautismo. Por eso, los primeros cristianos fueron llamados también "los santos" (cf. Hch. 9,13.32.41; Rm. 8,27; 1 Cor. 6,1).

1 . El Evangelio de Juan dice que, antes de su pasión, Jesús oró al Padre por la comunión entre los discípulos con estas palabras: "Para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (17,21). La Iglesia, en su verdad más profunda, es comunión con Dios, familiaridad con Dios, una comunión de amor con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo, que se prolonga en una comunión fraterna. Esta relación entre Jesús y el Padre es la "matriz" de la unión entre nosotros los cristianos: si estamos íntimamente inseridos en esta "matriz", en este horno ardiente de amor, entonces podemos llegar a ser realmente un solo corazón y una sola alma entre nosotros, porque el amor de Dios incinera nuestro egoísmo, nuestros prejuicios, nuestras divisiones internas y externas. El amor de Dios también incinera nuestros pecados.

2. Si esto tiene su origen en la fuente del amor, que es Dios, entonces también se da el movimiento recíproco: de los hermanos a Dios; la experiencia de la comunión fraterna con Dios me lleva a la comunión con Dios. Estar unidos entre nosotros nos lleva a estar unidos a Dios, nos lleva a esta relación con Dios que es nuestro Padre. Este es el segundo aspecto de la comunión de los santos que me gustaría subrayar: nuestra fe necesita del apoyo de los demás, especialmente en tiempos difíciles. Si estamos unidos la fe se vuelve más fuerte. ¡Qué hermoso es apoyarse mutuamente en la aventura maravillosa de la fe! Digo esto porque la tendencia a refugiarse en lo privado también ha influido en la esfera religiosa, por lo que muchas veces es difícil buscar la ayuda espiritual de aquellos que comparten nuestra experiencia cristiana.

 Todos las hemos experimentado; yo también, forma parte del camino de la fe, del camino de nuestra vida. ¿Quién de nosotros no ha experimentado inseguridad, desconcierto e incluso dudas en el camino de la fe? Todos hemos experimentado esto, también yo: es parte del camino de la fe, es parte de nuestra vida. Todo esto no debe sorprendernos, porque somos seres humanos, marcados por la fragilidad y las limitaciones; todos somos frágiles, todos tenemos límites. Sin embargo, en estos tiempos difíciles hay que confiar en la ayuda de Dios, a través de la oración filial, y al mismo tiempo, es importante encontrar el coraje y la humildad para estar abierto a los demás, para pedir ayuda, para pedir que nos den una mano. ¡Cuántas veces hemos hecho esto, y después hemos sido capaces de salir del problema y encontrar a Dios otra vez! En esta comunión --comunión quiere decir común-unión--, somos una gran familia, donde todos los componentes se ayudan y se apoyan mutuamente.

3. Y ahora llegamos a otro aspecto: la comunión de los santos va más allá de la vida terrena, va más allá de la muerte y dura para siempre. Esta unión entre nosotros, va más allá y continúa en la otra vida; es una unión espiritual que nace del bautismo y no se rompe con la muerte, sino que, gracias a Cristo resucitado, está destinado a encontrar su plenitud en la vida eterna. Hay un vínculo profundo e indisoluble entre los que son todavía peregrinos en este mundo -- incluidos nosotros-- y los que han cruzado el umbral de la muerte para entrar a la eternidad. Todos los bautizados aquí en la tierra, las almas del Purgatorio, y todos los santos que ya están en el Paraíso forman una sola gran familia. Esta comunión entre el cielo y la tierra se realiza sobre todo en la oración de intercesión.

Queridos amigos, ¡tenemos esta belleza! Es nuestra realidad, la de todos, lo que nos hace hermanos, que nos acompaña en el camino de la vida y hace que nos encontremos de nuevo allá en el cielo. Vayamos por este camino con confianza, con alegría. Un cristiano debe ser alegre, con la alegría de tener a tantos hermanos y hermanas bautizados que caminan con él; sostenido por la ayuda de nuestros hermanos y hermanas que transitan este mismo camino para ir al cielo. Y también con la ayuda de nuestros hermanos y hermanas que están en el cielo y oran a Jesús por nosotros. ¡Adelante por este camino de felicidad!

     
Conmemoración de los Fieles Difuntos
La tradición de rezar por los difuntos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.

Cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación.

Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios. A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos.

Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.

La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación y puedan llegar a ver a Dios. "No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos".

Nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.

Para aumentar las ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha establecido que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo por las intenciones del Papa entre el 1 y el 8 de noviembre, “podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados”. (CEC 1479)