Pontificia, Real, Ilustre, Franciscana y Muy Antigua Hermandad del Santo Rosario de la Divina Pastora de las Almas y Redil Eucarístico -CANTILLANA-

Cantillana


Localización

Cantillana, puerta de la Sierra Norte sevillana, se encuentra situada en un enclave inmejorable, la confluencia de los ríos Guadalquivir y Viar, hecho que motivo su nacimiento, dista 30 km de la capital sevillana, se incluye dentro de la Vega del Guadalquivir, comarca a la que pertenece. En la actualidad posee unos 10.000 habitantes y 3 entidades menores de población dependientes de esta.


Se encuentra situada a una altitud de 34 metros y a 31 kilómetros de la capital de provincia, Sevilla. Cantillana se encuentra en el ángulo que forman la desembocadura del río Viar con el río Guadalquivir.

El término municipal de Cantillana limita el Norte con el Pedroso y Castilblanco de los Arroyos. Al Este con Tocina y Villanueva del Río y Minas. Al Sur con Brenes, Carmona y villanueva del Río y Minas. Al Oeste con Villaverde del Río.

Por carretera podemos llegar a esta desde Sevilla o Córdoba por la A-431, carretera que une ambas ciudades y que pasa por Cantillana. También podemos usar la carretera que desde Sevilla sale hacia Lora del Río.
Por Autobús se puede acceder desde la plaza del Parlamento de Andalucía (C/ Don Fadrique), donde salen autobuses diarios. También por Tren tenemos fácil llegar a Cantillana, partiendo desde la estación de Santa Justa o desde sus apeaderos.

Datos históricos sobre la Villa y Condado de Cantillana

El pueblo de Cantillana se halla situado en el centro de la provincia de Sevilla, a treinta Kilómetros de la capital, en dirección a Córdoba, en la comarca de La Vega y lindando con la Sierra Norte. Cuenta con algo más de 9.000 habitantes que reciben el nombre de cantillaneros.

Su origen histórico se remonta a la época de la piedra pulimentada. En el emplazamiento actual los romanos establecieron un núcleo de población que recibió la categoría de municipio llamado Naeva, con importante puerto fluvial sobre el Guadalquivir. Más tarde cambio su denominación gracias a la familia romana Ilia, que dio origen, provocado por la combinación campus-ilia-ana (campo de la familia Ilia), al actual Cantillana.

La Cantillana árabe estaba cercada por una muralla de época romana que los musulmanes aprovecharon y arreglaron con muros de argamasa y ladrillos. Fue conquistada por Fernando III en 1247 quien la otorgó a la Orden de Santiago y más tarde al Arzobispado de Sevilla, por lo que durante siglos los Arzobispos hispalenses fueron dueños de la villa. En ella se hospedaron los Reyes Católicos que le concedieron, al igual que otros monarcas, importantes privilegios y mercedes.

Durante el reinado de Felipe II pasó a ser señorío secular por haberla comprado el Corzo Juan Antonio Vicentelo de Leca, cuyo nieto alcanzaría la merced de Conde de Cantillana. En la época del Condado la villa alcanzó prosperidad e importancia, tanto a escala económica como cultural y religiosa. En esta época se construye el nuevo y amplio templo parroquial.


Durante mucho tiempo fue paso obligado para las minas de Almadén de la Plata y entre sus edificios además de los templos contaba por un hospital regentado por la Hermandad de la Caridad, una cárcel, un convento franciscano y un almacén de pósito.

Sus habitantes se dedicaron principalmente a la agricultura y entre sus artesanías más conocidas, además de la cerámica, se encuentra especialmente la elaboración de flecos para los mantones de Manila.

Edificios de interés

Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción (siglo XVII)
La iglesia parroquial es un amplio edificio comenzado a construir en el siglo XVI que reemplaza a la anterior Iglesia  que se arruinó por una crecida grande del Guadalquivir. Las primeras obras del nuevo templo se iniciaron en 1619  por Leonardo de Navas, según diseño del arquitecto protobarroco Diego López Bueno.

El edificio de planta basilical, consta de tres naves. La central esta cubierta por un bello artesonado de principios del siglo XVII y las laterales por vigas de madera a un agua. Las naves están separadas por tres grandes arcos de medio punto a cada lado. El crucero está coronado por una artística bóveda que muestra un diseño de herrajes de tipo flamenco, notable por su complejidad y su armoniosa diseño curvilíneo, en la que figuran los escudos de los Condes de Cantillana.

A los pies del templo se construyó ya en el siglo XVIII una robusta y elevada torre, obra del arquitecto Diego Antonio Díaz. En 1784, siendo cardenal de Sevilla don Francisco de Solís, se llevaron a cabo importantes obras, como la terminación de las cabeceras laterales, la sacristía y la decoración neoclásica en las molduras del templo.

El actual retablo mayor procede, en su mayor parte, del convento de Santo Domingo de Carmona y es obra de Juan Gatica, de principios del siglo XVIII. En el centro se encuentra la imagen de la Asunción de la Virgen y a los lados las imágenes de san Joaquín, santa Ana y varios santos dominicos.

A la izquierda del templo, cerrando la nave, se encuentra la capilla del Sagrario, con un bello retablo del imaginero Jerónimo Hernández de Estrada, presidido por una Inmaculada barroca. En él destaca un san Pedro del siglo XVII y una interesante pintura con la Trinidad doliente. En esta misma capilla se encuentra un retablo con una pintura de la Virgen de Belén, Imagen que tuvo gran devoción y que contaba con un Rosario, establecido en la ermita de la Misericordia, compuesto exclusivamente por hombres.

En la nave derecha, además del retablo de la Divina Pastora, se encuentran las imágenes del Cristo de la Misericordia, obra de Castillo Lastrucci, y de la Virgen de la Caridad, de Francisco Buiza. El retablo de la Divina Pastora es el retablo Mayor del antiguo convento Franciscano de Cantillana, éste fue cedido a la Hermandad pastoreña en la década de los 50 y en el se venera la imagen de la Santísima Virgen. En el mismo altar también se encuentran las imágenes de San Francisco de Asís, San Diego de Alcalá y Santa Clara de Asís, procedentes del citado convento.

Los demás retablos e imágenes son procedentes del extinto convento franciscano de la localidad o modernos. En la misma iglesia se puede ver, en la sacristía, una interesante colección de cuadros, copias de obras importantes, ejecutadas a principios de siglo por el pintor local Antonio Sánchez Palma.

Iglesia de san Bartolomé. Siglo XV.
Situada en la plaza del Llano, es un interesante edificio de tres naves, de planta basilical. La central se cubre de madera artesana y las laterales con cubierta de madera a un agua. Las naves están separadas por arcos ojivales sobre pilares cilíndricos. Su construcción puede ser anterior al 1500, ya que en el ábside aparecieron unas pinturas de escenas franciscanas fechables en esa época.

En esta iglesia se encuentran las imágenes de Nuestra Señora de la Asunción, Nuestra Señora del Consuelo y San Juan Evangelista, y Nuestro Padre Jesús Nazareno Señor de los Pescadores.

Ermita del Dulce Nombre de Jesús y Santa Misericordia. Siglo XV.
Es un antiguo edificio de una sola nave, con cubiertas de madera. Tiene una interesante portada de ladrillo visto, rematada por una artística espadaña con un rosetón de azulejos. Posee un retablo del siglo XVIII con un niño Jesús y una pintura de la Virgen de las Misericordias. En un simpecado, del mismo siglo XVIII se encuentra la Virgen de Belén, con algunos cuadros de exvotos. En el mismo templo se encuentra la imagen del Señor en su Sagrada Entrada en Jerusalén y el simpecado de San Benito Abad.

Ermita de Nuestra Señora de la Soledad. Siglo XVII.
En ella se venera a la patrona, Nuestra Señora de la Soledad, imagen dolorosa del siglo XVII. Consta de una sola y espaciosa nave rematada por una bella cúpula de yeserías. Posee un retablo neoclásico y dos interesantes portadas retablos con las imágenes de santa Rita y san Sebastián, patrón del pueblo.

Esta situada en el extremo norte de la población y fue reformada en el siglo XVIII, debido a los graves daños que el terremoto de Lisboa provocó en la antigua construcción.




Ermita de la Divina Pastora. Siglo XX.
Es una construcción contemporánea, de estilo andaluz, rematada por un artístico campanario. Empezó a edificarse en 1956, según planos del arquitecto sevillano Aurelio Gómez Millán. Se encuentra situada a poco más de dos kilómetros del pueblo en el lugar conocido como Los Pajares. Contiene un retablo con una pintura de la Divina Pastora obra del pintor sevillano Juan Antonio Rodríguez.

Otros monumentos.
Podemos citar la Torre del Reloj, antiguo torreón construido sobre la muralla, de la que quedan algunos restos semiocultos.

El edificio del Antiguo Hospital de los Santos, de finales del siglo XVII, situado en la calle Miguel de Cervantes, hoy Centro de Historia Local, que alberga un interesante mosaico romano del siglo II D.C.

Se pueden ver algunas casas de los siglos XVIII y XIX, con bellos patios interiores.


Personajes y folklore

Andrés “El Barquero”.
Conocido popularmente como “El Barquero de Cantillana”, es un personaje mitad leyenda y mitad historia. Andrés López Muñoz nació en Cantillana en 1819. Parece que el Ayuntamiento no quiso otorgarle la concesión de la barca del Guadalquivir, que en justicia le correspondía, tras la muerte de su padre. Contrariado se marchó a la sierra donde ejerció de bandido generoso, como otros tantos bandoleros del siglo XIX. Dicen que de vez en cuando se le veía por el pueblo, donde venía a escondidas para ver a su madre, a su novia o a visitar a la patrona en su ermita de la Soledad. Tras ser delatado por algunos de sus compañeros, murió a tiros por la Guardia Civil el 6 de noviembre de 1849.

Existe una versión novelada de su vida, en la que se basó la serie de televisión Curro Jiménez, por la que se hizo muy popular.

Ricardo López Cabrera.
Nació en Cantillana en 1846. Se formó artísticamente en la Escuela de Bella Artes de Sevilla y en el estudio de Jiménez Aranda, su maestro y futuro suegro.

En 1887 se trasladó a Roma, donde permaneció hasta 1892, completando su formación y pintando obras como El Gladiador. De vuelta a España participó en varias exposiciones nacionales de Bellas Artes, consiguiendo medallas en las de 1892, 1895 y 1898.

En su producción paisajística hemos de mencionar la influencia de Sorolla, aunque López Cabrera mantiene una factura más acabada que el primero.

Fue nombrado miembro de la Academia de Bellas Artes de Sevilla en 1906, y se trasladó a Argentina, donde vivió desde 1909 a 1923, dedicado a la enseñanza artística y a la pintura. De esta época son Ranchos en Córdoba y El comedor de los pobres.

De vuelta a nuestro país, realizó una serie de cuadros costumbristas sobre las distintas regiones españolas. Entre sus idas y venidas al extranjero, nunca faltaron las visitas a su pueblo natal, donde dejó algunas muestras de su arte, como es el caso del techo del Camarín de la Divina Pastora en la parroquia. Murió en Sevilla, en 1950, a los 85 años de edad.

Divina Pastora de Cantillana.
Óleo de A. Sánchez Palma
Antonio Sánchez Palma.
Nació en Cantillana el 29 de marzo de 1870, marchándose a Sevilla en 1884, por haber quedado huérfano. En la capital realizó numerosísimos trabajos para poder subsistir y costearse los estudios en la escuela de Bellas Artes. En 1902 se trasladó a Madrid, donde realizó copias del museo del Prado, destinadas al archiduque Carlos Esteban de Austria. De esta época son sus cuadros Fiesta en un patio andaluz, Un mendigo, Angelita y Costurera.

Alternó su dedicación a la pintura con trabajos en el campo del grabado y de la talla de cristal, siendo premiado por ellos en la exposición de productos sevillanos de 1905.

En 1910 se trasladó definitivamente a Cantillana, dedicándose a la pintura de paisajes, como los correspondientes a las orillas del Guadalquivir y los molinos de agua del Viar, ejerciendo también como fotógrafo del pueblo.

Su pintura fue evolucionando desde un concepto más detallista y minucioso hasta una pincelada empastada, más suelta y vigorosa, que recuerda al lenguaje impresionista.

Sus cuadros más destacables son: Baile en el patio de los negritos y Una cofradía en Sevilla, ambos en colecciones particulares de Cantillana.

Murió el 23 de marzo de 1925, tras una breve enfermedad.

José Pérez Ocaña.
Natural de Cantillana, nació en 1947. Con 12 años dejó la escuela para trabajar con su tío como pintor de paredes, aprendiendo el secreto de la mezcla de colores. En 1970 se trasladó a Barcelona, impulsado por sus ansias de convertirse en pintor. En 1973 expuso por primera vez en Barcelona, en un bar de las Ramblas y en 1976 montó una exposición en Cantillana, aunque todavía sin éxito.

Sus años más activos fueron desde 1977 hasta su muerte en 1983. En este periodo presenta sus dos grandes exposiciones Un poco de Andalucía  (Galería Mec-Mec) y La primavera, esta última patrocinada por el Ayuntamiento de Barcelona, en el Hospital de la Santa Cruz.

El director de cine Ventura Pons le convirtió en protagonista de su película Ocaña, retrato intermitente. A partir de este momento le vino el reconocimiento de la crítica internacional, exponiendo en Palma de Mallorca, Gerona, Zaragoza, Francia...

En el verano de 1983 se trasladó a Cantillana para descansar y preparar una exposición en Barcelona. Mientras participaba en una fiesta dedicada a los niños, dentro de los actos organizados con motivo de una semana cultural, le sobrevino un fatal accidente, a causa del cual moriría unas semanas después, el 18 de septiembre de 1983.

En 1985 el museo de arte contemporáneo de Madrid reconoció su pintura y le dedicó una gran exposición.

Otros personajes.
Cantillana ha sido cuna de cantaores de flamenco como Manuel Carrera El Sevillanito o Cepero de Cantillana, y toreros como Juan Solís Cantillana, Manolo Espinosa y Manili.

Podemos citar dos personajes que, si bien no nacieron en nuestro pueblo, están vinculados con él. Uno de ellos es el famoso compositor Joaquín Turina, hijo de la Cantillanera Concepción Pérez Vargas y el otro, el doctor Pedro Vallina, destacado líder anarquista, fundador de un sanatorio antituberculoso en nuestro pueblo.

Curiosidades y anécdotas

El diablo está en Cantillana...
Desde tiempo inmemorial existe un refrán que dice: El diablo está en Cantillana y el obispo en Brenes, queriéndose señalar con esta expresión que hay turbaciones e inquietudes en alguna parte.

El origen de esta expresión lo encuentran algunos en un episodio relacionado con Don Pedro I El Cruel, que tuviera lugar en Cantillana. Otros hablan de un obispo que tenía hacienda en Brenes, mientras algunos sobrinos suyos andaban cometiendo desafueros por Cantillana.

La expresión llegó a ser muy popular y conocida, recogiéndola Cervantes en El Quijote, donde la pone en boca de Sancho Panza. El escritor astigitano de nuestro Siglo de Oro, Luis Vélez de Guevara, tiene escrita una obra basada en este dicho, cuya acción se desarrolla en Cantillana y cuyo título coincide con el refrán.

El himno de Andalucía.
En 1910 llegó de notario a Cantillana don Blas Infante Pérez, donde ejerció hasta 1923. Aquí forjó gran parte de su ideario y conoció el Santo Dios, un canto religioso de rogativas que entonaban los campesinos. Al padre de la patria andaluza le agradó la música y lo tomó como himno de Andalucía, para el que había compuesto la letra.

Los Mantones de Manila.
El Mantón de Manila se ha convertido en la artesanía más propia de Cantillana, son decenas las casas que se dedican a confeccionar los flecos de estas valiosas prendas, y también hay muchas que se dedican al bordado de los mismos. Existen multitud de variantes en la elaboración de los flecos, los cuales varían en complejidad y por tanto en coste. De forma muy frecuente y más aun los días de primavera y otoño, cuando la temperatura es más agradable, podemos encontrar en nuestros paseos por Cantillana muchas mujeres sentadas en sillas de anea mientras en corros, las vecinas, realizan los flecos.

Cantillana pastoreña

La implantación de la Hermandad en la vida cotidiana de su zona es claramente notoria, y así se comprueba en multitud de gestos que se dan a lo largo de la realidad diaria de una manera habitual y sencilla. La vida de Cantillana gira entorno a la Divina Pastora y al ciclo anual de sus fiestas. Cualquier persona que visite el pueblo se encontrará con la Divina Pastora en azulejos callejeros, en pinturas y fotos que no faltan en ninguna casa; en medallas y distintivos que todos llevan desde pequeños al cuello o en la cartera. El nombre de Pastora se oye continuamente, pues rara es la familia que no cuente entre sus miembros con alguien que lo lleve desde el bautismo; tanto es así, que fuera de nuestro pueblo al llamar a alguien por Pastora, se la reconoce inmediatamente como natural del mismo. Por otro lado, es habitual inscribir a los niños en la Hermandad desde muy pequeños, haciéndolo coincidir con su bautismo, viviendo por tanto desde sus primeros meses en el seno y espíritu de la Congregación, y participando en sus cultos y demás actos corporativos con verdadero entusiasmo e interés.


Los actos religiosos más significativos de la vida de cualquier cantillanero están ligados a la Divina Pastora. Sirvan de ejemplo las muchísimas parejas que acuden a su Altar para celebrar el sacramento del matrimonio, aguardando listas de espera de incluso un año.

Si todo esto es común y habitual, es lógico que cuando algún cantillanero destaque en algún aspecto de la vida pública o social, llegue hasta allí la Divina Pastora. También en esto hay ejemplos notables. Doña Concepción Pérez Vargas fue una pastoreña más que nació en el siglo XIX, pero su hijo llegó a ser el inmortal Joaquín Turina Pérez, quien dedicó una composición musical a la Divina Pastora del pueblo natal de su madre. Caso también del pintor costumbrista Ricardo López Cabrera, hijo de este pueblo, que dejó para la Divina Pastora las pinturas murales de su Camarín.

La afición a la fiesta de los toros es notable por estas tierras y también toreros ilustres acudieron a la protección de la Pastora haciéndose hermanos: Chimenea, Manuel Rodríguez y sobre todo el tan recordado Manolo Espinosa —Curro Cantillana—, entre otros, llevaron siempre su devoción pastoreña allá por donde triunfaron.

Pero no sólo los hijos de este pueblo. A Cantillana acuden muchas personas, por razones familiares o de trabajo, que también se sienten atraídos por la Pastora y acaban identificándose para siempre con la Hermandad. Aquí podemos señalar a doña Angustias García Parias, pastoreña adoptiva, pues presidió el Rosario de la Divina Pastora como una Cantillanera más y regaló a la Virgen su mantilla de encajes, si bien sólo vivió varios años en Cantillana, como esposa del entonces notario del pueblo don Blas Infante Pérez, padre del andalucismo.

Otros personajes ilustres o conocidos han pertenecido también a la Hermandad pastoreña como hermanos de la misma, honrándose esta Institución de contar entre sus afiliados con Cardenales, Arzobispos, Canónigos, Nobles e incluso SS. MM. los actuales Reyes de España. Además numerosos sacerdotes y religiosos, sobre todo Franciscanos Menores Capuchinos, engrosan el número de miembros insignes de la Hermandad y devotos hijos singulares de la Divina Pastora, de todos los tiempos.

Poetas, pintores, escritores, compositores, cantantes, etc., han glosado y exaltado con sus plumas, sus pinceles, sus voces y todas sus armas a esta Divina Pastora de Cantillana y a la constante y particular devoción de su Hermandad y de su pueblo. Así, dignas de mención son, en este sentido, además de las ya referidas al principio, las publicaciones marianas de los padres don Manuel Martín Campos y fray Sebastián de Villaviciosa, en las que se encuentran encendidos testimonios de la fama pastoreña de Cantillana, refiriendo este último en su obra con cierto gracejo andaluz, lo siguiente: «la pasaron (los ángeles a la Virgen) por Cantillana para que viera bien er pueblo donde como Pastora la quedrían más en este mundo.» Otros escritores y letrados como Manuel Ríos Sarmiento, Juan Fernández, Daniel Pineda Novo, Francisco Montero Galvache, Aurelio Verde Carmona, Manuel Garrido, el padre Quevedo, …, han hecho lo propio en sus respectivas épocas.

Los Pajares, un pueblo para la Divina Pastora

A unos dos kilómetros de Cantillana y en la otra orilla del río Viar, se encuentra la Aldea de la Divina Pastora, lugar donde se celebra la romería pastoreña. En 1952, este lugar era conocido como el olivar de La Pola, y como su nombre indica estaba formado por una amplia extensión de olivos, muy frecuentes por toda esta zona de la provincia en aquellos años. Desde esta primera romería y hasta principio de los ochenta el único edificio que existía en este lugar era el santuario de la Divina Pastora, el cual era rodeado de casetas desmontables en las vísperas de la romería.


En 1982 se procedió a la puesta en venta de los terrenos de alrededor de la ermita de la Virgen en Los Pajares. Esto motivó la construcción, en los citadas fincas, de numerosas casas y chales por parte de hermanos de la Hermandad y vecinos de Cantillana, que desearon tener un lugar, en este hermoso paraje, para descansar y celebrar la Romería. Así, con el paso del tiempo, se ha ido configurando una bella aldea alzada en honor de la Divina Pastora, que ya en 1995 componían unas cuatrocientas casas distribuidas en numerosas calles, con bonitos nombres vinculados a la vida de la Hermandad y devoción pastoreña. En esta misma fecha, doña Santos Saenz de Tejada y López, antigua Tesorera de la Hermandad, donó para esta un solar de 150 metros donde se construirían posteriormente varias dependencias para la Hermandad.

En la actualidad la aldea pastoreña se ha convertido en un pueblo donde se respira pastoreñismo durante todo el año, y en el que no falta gente cualquier domingo del año para asistir a la misa dominical. Este pueblo de la Divina Pastora se ve desbordado durante los dos días de la romería y sus vísperas. El ambiente que se respira en el, en estos días grandes de las fiestas mayores pastoreñas, es puramente festivo y de hermandad.