60 aniversario de la primera vez que le quitó el sombrero a la Divina Pastora
El próximo 8 de Septiembre se cumplirán sesenta años que don José Rejos Macías (q.e.p.d.) en 1953 le quitó por primera vez el sombrero a la Divina Pastora en la calle Martín Rey, año en el que también fue ordenado sacerdote.
Todavía podemos recordar con nostalgia, cómo se subía al paso con su sencilla sotana, queriendo en todo momento pasar lo más desapercibido posible, consciente que la única protagonista de aquel instante era, y sigue siendo, la Divina Pastora. Una vez aparecía su figura al lado de la Virgen, el silencio se adueñaba de la calle, y sin demora lanzaba sus tres vivas a nuestra Pastora, no hacía falta decir nada más. Esos vivas eran la chispa que prendía el delirio entre el gentío expectante, en ese momento sublime en que sus manos despojaban a la Madre de Dios de su sombrero pastoril.
Nos dejó un 15 de noviembre de 1999 igual que se bajaba del paso, sin llamar la atención, casi sin darnos cuenta. Sirvan estas palabras, y la reseña que a continuación reproducimos, como homenaje a quien, de manera tan humilde y a la vez tan perfecta, supo interpretar ese momento que tanto significado adquiere para nosotros cada ocho de Septiembre.
Todavía podemos recordar con nostalgia, cómo se subía al paso con su sencilla sotana, queriendo en todo momento pasar lo más desapercibido posible, consciente que la única protagonista de aquel instante era, y sigue siendo, la Divina Pastora. Una vez aparecía su figura al lado de la Virgen, el silencio se adueñaba de la calle, y sin demora lanzaba sus tres vivas a nuestra Pastora, no hacía falta decir nada más. Esos vivas eran la chispa que prendía el delirio entre el gentío expectante, en ese momento sublime en que sus manos despojaban a la Madre de Dios de su sombrero pastoril.
Nos dejó un 15 de noviembre de 1999 igual que se bajaba del paso, sin llamar la atención, casi sin darnos cuenta. Sirvan estas palabras, y la reseña que a continuación reproducimos, como homenaje a quien, de manera tan humilde y a la vez tan perfecta, supo interpretar ese momento que tanto significado adquiere para nosotros cada ocho de Septiembre.
Para quitarse el sombrero
Don José Rejos Macías nació en la calle Serafín Sastre número 2 de Cantillana, el día 12 de enero de 1926. Cursó sus estudios en el Seminario Metropolitano de Sevilla y due ordenado sacerdote el 30 de mayo de 1953. Cantó misa el 2 de junio de ese año ante la imagen de la Divina Pastora, colocada para la ocasión sobre el paso en el altar mayor de la parroquia de su pueblo. Como primer destino fue enviado a Zalamea la Real en calidad de párroco, donde permaneció durante dos años y medio. Fue capellán, durante diez años del sanatorio El Tomillar de Dos Hermanas y, en Écija, del monasterio de Santa Inés del Valle. En esta ciudad, donde ejerció durante 21 años, fue también coadjutor de las parroquias de Santa María y Santa Bárbara, profesor de religión y secretario del Instituto San Fulgencio y párroco de Nuestra Señora del Carmen. Destinado a la ciudad de Sevilla, fue nombrado coadjutor de la parroquia de San Sebastián, rector de Santa María la Blanca y, finalmente, coadjutor de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, destino donde, después de una intensa labor pastoral, falleció el 15 de noviembre de 1999 cuando contaba 73 años de edad. De ellos, más de la mitad, 46 años consecutivos, tuvo el enorme privilegio y la dicha de ser el sacerdote cantillanero y pastoreño que, en la noche maravillosa y única del 8 de Septiembre, subía al paso de la Pastora para, entre el mayor entusiasmo del pueblo, despojar del sombrero a la Virgen. El padre rejos, sacerdote querido y estimado en todos sus destinos, y muy especialmente en su Cantillana y en su hermandad pastoreña, a la que nunca dejó de servir, será recordado siempre con cariño como el cura que le quitaba el sombrero a la Divina Pastora y que con su personalidad hizo que este acto multitudinario y emotivo, tomara el carácter actual y se convirtiera en santo y seña de Cantillana. Cuando el año 1999, entre los candelabros del paso veíamos su figura frágil vitorear a la Virgen, signarse y con delicada firmeza quitarle la bendita prenda mejor que nunca, un extraño sentimiento parecía predecir que ésa iba a ser la última vez. que hay muy poca distancia de Martín Rey al cielo lo sabe muy bien Rejos, y Rosario Morejón, y Encarna Villarreal, y Pastora Rivas. Todos ellos dejaron de contemplar la gloria de Martín Rey para, al instante, pasar a vivir eternamente a la Martín Rey de la Gloria donde, seguramente, al llegar el padre Rejos, los ángeles acudirían presurosos a levantar el sombrero de la frente bellísima de la Divina Pastora. (Cantillana y su Pastora, 2000)