Cuando fray Isidoro de Sevilla comienza a extender la
devoción a la Divina Pastora, está intentando acercar el evangelio al pueblo
llano, quiere mostrar la sencillez y la humildad de la Virgen, a la vez que
cuida de sus hijos como Pastora del rebaño de Cristo.
La imagen del Pastor la encontramos a lo largo de la Sagrada
Escritura y especialmente en el capítulo diez del Evangelio de San Juan. Con
las palabras de ese capítulo se podría componer el presente escrito y
bastaría.[...]
Por mucho que alguien quiera presentarse como pastor, si no
entra por la puerta de la fidelidad a la Iglesia, por la puerta de la fidelidad
a Cristo, se convierte en ladrón y salteador, que no busca servir y ayudar a las
ovejas sino engatusarlas para servirse de ellas, para alcanzar sus propios
intereses, no los de la Virgen María.
“Yo soy el Buen Pastor” (Jn 10,11). Así se presenta Jesús
ante sus discípulos. Frente a los falsos pastores de Israel, que sólo piensan
en sí mismos y a los que no preocupan las ovejas; frente a los pastores
incapaces de arriesgar su vida en el peligro; frente a los pastores
pusilánimes, que ven venir al lobo, abandonan las ovejas y huyen, Jesús se
presenta ante sus discípulos como el Buen Pastor de su pueblo, abnegado hasta
el agotamiento, que cuida a sus ovejas, que busca a la extraviada, que cura a
la herida, que carga sobre sus hombros a la extenuada y que en su sacrificio
pascual, en obediencia al Padre y por amor a los hombres, da la vida por sus
ovejas. “¡Cristianos – grita San Juan de Ávila en uno de sus sermones- ovejas
sois de Cristo y Él es vuestro Pastor! ¡Oh dichosas ovejas que tienen tal
Pastor”.
El título de Divina Pastora le pertenece a Santa María como
Madre del Buen Pastor. Ella es Pastora y Madre. A Ella dirigimos nuestras plegarias para que podamos alcanzar los pastos de la vida eterna junto a su
Hijo.
“Después de Jesucristo no ha habido otra pastora, ni hay
quien así guarde las ovejas de Jesucristo... La Virgen sin mancilla es nuestra
pastora después de Dios”. “Es pastora, no jornalera que buscase su
propio interés, pues amaba tanto a las ovejas que, después de haber dado por la
vida de ellas la vida de su amantísimo Hijo, diera de muy buena gana su propia
vida, si necesidad de ella tuvieran” (San Juan de Ávila).
Fernando Isidoro García Álvarez-Rementería, párroco y
director espiritual de la hermandad. (Cantillana y su Pastora, nº 16)