Delante de nosotros como Pastora
“No necesito, después de tantos días en que contempláis a
María como Pastora de las almas, demostraros que realmente merece este título,
para ella de mucha honra y para nosotros de suavísimo consuelo. Hay, en efecto,
entre todas las pruebas que de una verdad pueden aducirse, una irresistible: la
de los hechos. Cuando aquel insensato de que nos hablan las historias negaba el
movimiento, un sabio se puso a andar y lo confundió. Así después de haber visto
a María entre las ovejas del rebaño de Cristo, arrastrando la intemperie,
empuñando el cayado y manejando la honda, ¿cómo negaréis su Pastorado?
La voz del pueblo cristiano, que Pastora la proclama, mucho
dice... La palabra de la
Iglesia que le da ese nombre dice aún más... Pero añade
magnífica confirmación a eso el testimonio de las obras. Y entre estas obras es
de las que más llama la atención el ir delante de las ovejas, guiándolas. ¿A
dónde las lleva?...¿Cómo las guía?...¿De qué medios se vale para atraerlas y
que no se le escapen?...
1
El país por donde los humanos caminamos es muy
variado...montañas escarpadas, profundos precipicios, ásperos caminos y también
valles y hasta deliciosas praderas; de todo se encuentra. Existe pradera poco
frecuentada, porque está al otro lado de prolongado desierto, y no es posible
llegar, sino atravesando arenales, vadeando ríos y torrentes, y luchando con
fieras de toda especie... Es esa comarca la tierra de la santidad. Describirla
es tarea superior a fuerza de hombre. Es la región extensa... Su cielo limpio y
transparente... Las tempestades pasan a distancia. Caudales de cristalinas
aguas corren en todas direcciones: las aguas puras de la gracia. En fin, el
suelo es feraz, produciendo frutos en todo tiempo, y abundantes, y excelentes.
Son las buenas obras. Todos sus habitantes son de prócer talla, de figura
hermosa, vigorosos y fuertes... Y para colmo de ventajas disfrutan de cumplida
dicha. La felicidad no se encuentra en parte alguna. Se ha refugiado en el país
de la santidad.
Ved la pradera a donde intenta llevarnos la Santísima Virgen.
¡Qué buena es María! No quiere para nosotros cosas de poca valía..., ni oro, ni
placeres..., ni honores..., sino la santidad, que es oro del cielo..., placeres
divinos..., placeres divinos..., honor sin semejante.
2
Nos lleva poniéndose delante de nosotros y guiándonos por el
camino de las virtudes, o sea dándonos ejemplo. Nada se nos exige, que ella no
haya ejecutado antes... abnegación, cruz, marcha tras Cristo.
...Así va delante de nosotros como Pastora. Soberbios...,
impuros..., sensuales..., egoístas..., hijos de la tierra y el polvo, a todos
os da ejemplo.
3
¿Cómo se las ha para atraernos? La virtud es siempre bella;
mas a veces se envuelve en negro manto; su sabor es exquisito... mas suele
cubrirse con áspera corteza; brilla como el sol, pero nubes ocultan sus
resplandores. En María tiene una suavidad de tonos, de colores y matices, que
enamora, y esto a todo el mundo...
Además del encanto de las virtudes, hay en María la
atracción de su amor y bondad...¿Y quién, fuera de Cristo, ha tenido a los
hombres un amor como el de María, tierno, constante, fuerte, generoso,
espléndido? No es posible apartarse de María.
Y todavía para irnos sosteniendo emplea otro medio: la
esperanza. Nolite timere. Es la divisa del escudo de María. ¿El camino es
largo? No importa; es difícil? No importa; ¿sois flacos? No importa. Aquí
estoy”.
Escritos autógrafos del Siervo de Dios. Volumen XIII.
Fascículo 41, págs. 1-4.