Que Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
significa que la Virgen
María concibió al Hijo eterno en su seno por obra del
Espíritu Santo y sin la colaboración de varón:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti» (Lc 1, 35), le dijo el
ángel en la Anunciación.
95. «...Nacido de la Virgen María.. .»:
¿por qué María es verdaderamente Madre de Dios?
María es verdaderamente Madre de Dios porque es la madre de
Jesús (Jn 2, 1; 19, 25). En efecto, aquél que fue concebido por obra del Espíritu
Santo y fue verdaderamente Hijo suyo, es el Hijo eterno de Dios Padre. Es Dios
mismo.
96. ¿Qué significa «Inmaculada Concepción»?
Dios eligió gratuitamente a María desde toda la eternidad
para que fuese la Madre
de su Hijo; para cumplir esta misión fue concebida inmaculada. Esto significa
que, por la gracia de Dios y en previsión de los méritos de Jesucristo, María
fue preservada del pecado original desde el primer instante de su concepción.
97. ¿Cómo colabora María al plan divino de la salvación?
Por la gracia de Dios, María permaneció inmune de todo
pecado personal durante toda su existencia. Ella es la «llena de gracia» (Lc 1,
28), la «toda Santa». Y cuando el ángel le anuncia que va a dar a luz «al Hijo
del Altísimo» (Lc 1, 32), ella da libremente su consentimiento «por obediencia
de la fe» (Rm 1, 5). María se ofrece totalmente a la Persona y a la obra de
Jesús, su Hijo, abrazando con toda su alma la voluntad divina de salvación.
98. ¿Qué significa la concepción virginal de Jesús?
La concepción virginal de Jesús significa que éste fue
concebido en el seno de la
Virgen María sólo por el poder del Espíritu Santo, sin
concurso de varón. Él es Hijo del Padre celestial según la naturaleza divina, e
Hijo de María según la naturaleza humana, pero es propiamente Hijo de Dios
según las dos naturalezas, al haber en Él una sola Persona, la divina.
María es siempre virgen en el sentido de que ella «fue
Virgen al concebir a su Hijo, Virgen al parir, Virgen durante el embarazo,
Virgen después del parto, Virgen siempre» (San Agustín). Por tanto, cuando los
Evangelios hablan de «hermanos y hermanas de Jesús», se refieren a parientes
próximos de Jesús, según una expresión empleada en la Sagrada Escritura.
100. ¿De qué modo la maternidad espiritual de María es
universal?
María tuvo un único Hijo, Jesús, pero en Él su maternidad
espiritual se extiende a todos los hombres, que Jesús vino a salvar. Obediente
junto a Jesucristo, el nuevo Adán, la
Virgen es la nueva Eva, la verdadera madre de los vivientes,
que coopera con amor de madre al nacimiento y a la formación de todos en el
orden de la gracia. Virgen y Madre, María es la figura de la Iglesia , su más perfecta
realización.
101. ¿En qué sentido toda la vida de Cristo es Misterio?
Toda la vida de Cristo es acontecimiento de revelación: lo
que es visible en la vida terrena de Jesús conduce a su Misterio invisible,
sobre todo al Misterio de su filiación divina: «quien me ve a mí ve al Padre»
(Jn 14, 9). Asimismo, aunque la salvación nos viene plenamente con la Cruz y la Resurrección , la vida
entera de Cristo es misterio de salvación, porque todo lo que Jesús ha hecho,
dicho y sufrido tenía como fin salvar al hombre caído y restablecerlo en su
vocación de hijo de Dios.
102. ¿Cuáles han sido las preparaciones históricas a los
Misterios de Jesús?
Ante todo hay una larga esperanza de muchos siglos, que
revivimos en la celebración litúrgica del tiempo de Adviento. Además de la
oscura espera que ha puesto en el corazón de los paganos, Dios ha preparado la
venida de su Hijo mediante la Antigua Alianza , hasta Juan el Bautista, que es el último y el mayor de los
Profetas.
103. ¿Qué nos enseña el Evangelio sobre los Misterios del
nacimiento y la infancia de Jesús?
En el Nacimiento de Jesús, la gloria del cielo se manifiesta
en la debilidad de un niño; la
circuncisión es signo de su pertenencia al pueblo hebreo y
prefiguración de nuestro Bautismo; la Epifanía es la manifestación del Rey-Mesías de
Israel a todos los pueblos; durante la presentación en el Templo, en Simeón y
Ana se concentra toda la expectación de Israel, que viene al encuentro de su
Salvador; la huida a Egipto y la matanza de los inocentes anuncian que toda la
vida de Cristo estará bajo el signo de la persecución; su retorno de Egipto
recuerda el Éxodo y presenta a Jesús como el nuevo Moisés: Él es el verdadero y
definitivo liberador.
104. ¿Qué nos enseña la vida oculta de Jesús en Nazaret?
Durante la vida oculta en Nazaret, Jesús permanece en el
silencio de una existencia ordinaria. Nos permite así entrar en comunión con Él
en la santidad de la vida cotidiana, hecha de oración, sencillez, trabajo y
amor familiar. La sumisión a María y a José, su padre legal, es imagen de la
obediencia filial de Jesús al Padre. María y José, con su fe, acogen el
misterio de Jesús, aunque no siempre lo comprendan.
105. ¿Por qué Jesús recibe de Juan el «Bautismo de
conversión para el perdón de los pecados» (Lc 3, 3)?
Jesús recibe de Juan el Bautismo de conversión para inaugurar
su vida pública y anticipar el «Bautismo» de su Muerte; y aunque no había en Él
pecado alguno, Jesús, «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1,
29), acepta ser contado entre los pecadores. El Padre lo proclama su «Hijo
predilecto» (Mt 3, 17), y el Espíritu viene a posarse sobre Él. El Bautismo de
Jesús es la prefiguración de nuestro bautismo.
106. ¿Qué nos revelan las tentaciones de Jesús en el
desierto?
Las tentaciones de Jesús en el desierto recapitulan la de
Adán en el paraíso y las de Israel en el desierto. Satanás tienta a Jesús en su
obediencia a la misión que el Padre le ha confiado. Cristo, nuevo Adán,
resiste, y su victoria anuncia la de su Pasión, en la que su amor filial dará
suprema prueba de obediencia. La
Iglesia se une particularmente a este Misterio en el tiempo
litúrgico de la Cuaresma.
107. ¿Quién es invitado a formar parte del Reino de Dios,
anunciado y realizado por Jesús?
Jesús invita a todos los hombres a entrar en el Reino de
Dios; aún el peor de los pecadores es llamado a convertirse y aceptar la
infinita misericordia del Padre. El Reino pertenece, ya aquí en la tierra, a
quienes lo acogen con corazón humilde. A ellos les son revelados los misterios
del Reino de Dios.
108. ¿Por qué Jesús manifiesta el Reino mediante signos y
milagros?
Jesús acompaña su palabra con signos y milagros para
atestiguar que el Reino está presente en Él, el Mesías. Si bien cura a algunas
personas, Él no ha venido para abolir todos los males de esta tierra, sino ante
todo para liberarnos de la esclavitud del pecado. La expulsión de los demonios
anuncia que su Cruz se alzará victoriosa sobre «el príncipe de este mundo» (Jn
12, 31).
109. ¿Qué autoridad confiere Jesús a sus Apóstoles en el
Reino?
Jesús elige a los Doce, futuros testigos de su Resurrección,
y los hace partícipes de su misión y de su autoridad para enseñar, absolver los
pecados, edificar y gobernar la
Iglesia. En este colegio, Pedro recibe «las llaves del Reino»
(Mt 16, 19) y ocupa el primer puesto, con la misión de custodiar la fe en su
integridad y de confirmar en ella a sus hermanos.
110. ¿Cuál es el significado de la Transfiguración ?
En la
Transfiguración de Jesús aparece ante todo la Trinidad : «el Padre en la
voz, el Hijo en el hombre, el Espíritu en la nube luminosa» (Santo Tomás de
Aquino). Al evocar, junto a Moisés y Elías, su «partida» (Lc 9, 31), Jesús
muestra que su gloria pasa a través de la cruz, y otorga un anticipo de su
resurrección y de su gloriosa venida, «que transfigurará este miserable cuerpo
nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo» (Flp 3, 21). «En el monte te
transfiguraste, Cristo Dios, y tus discípulos contemplaron tu gloria, en cuanto
podían comprenderla. Así, cuando te viesen crucificado entenderían que padecías
libremente y anunciarían al mundo que tú eres en verdad el resplandor del
Padre» (Liturgia bizantina).
111. ¿Cómo tuvo lugar la entrada mesiánica de Jesús en
Jerusalén?
En el tiempo establecido, Jesús decide subir a Jerusalén
para sufrir su Pasión, morir y resucitar. Como Rey-Mesías que manifiesta la venida del
Reino, entra en la ciudad montado sobre un asno; y es acogido por los pequeños,
cuya aclamación es recogida por el Sanctus de la Misa : «¡Bendito el que viene
en nombre del Señor! ¡Hosanna! (¡sálvanos!)» (Mt 21, 9). Con la celebración de
esta entrada en Jerusalén la liturgia de la Iglesia da inicio cada año a la Semana Santa.